Al Aqsa: el tercer depósito de armas más grande de Hamas
Mezquita de Al-Aqsa. Wikipedia Commons.
Un
nuevo mes de Ramadán en el que Hamas y el terrorismo palestino han profanado la
Mezquita de Al-Aqsa llamando al caos, el desorden y el intento de que Israel se
involucrara en la muy fuerte interna por el control del liderazgo territorial
palestino entre la Autoridad Palestina y distintos grupos en la Franja de Gaza.
Los
gobiernos occidentales todavía no han aprendido que los palestinos, a través de
sus sedes diplomáticas, montan una propaganda mentirosa muy dañina para
nuestros propios países.
Como todos los años, el mes de
Ramadán, mes de importancia para los musulmanes, comenzó tranquilo: desde el 24
de marzo, miles de fieles se acercaron a la oración de los viernes en la zona
de Al Aqsa y mostraron al mundo la foto de una realidad manifiesta en Israel:
el respeto por la libertad de culto es un pilar fundamental en un país cuyo 23%
de la población es árabe musulmana.
La garantía de profesar una religión
distinta a la oficial del país no es un atributo que exista con comodidad en
ninguno de los países islámicos. Aún con matices, desde el reino de
Marruecos hasta Irak las minorías cristianas, judías y también otras dentro del
islam son sometidas al hostigamiento, expulsión o muerte cuando disienten con
la política de arabización o islamización forzosa que impera. Conviene
remarcar algo: ser árabe no quiere decir ser musulmán y es por eso que muchas
comunidades minoritarias del islam, como el pueblo bereber en Marruecos y
Argelia, se han visto acechadas por los proyectos de arabización promovidos por
los gobiernos desde su entrada a la Liga Árabe a mediados del siglo XX.
Como si se abriera paso a un
ejército de ocupación, las facciones terroristas de Hamas, quienes gobiernan la
Franja de Gaza desde 2007, comenzaron a relucir la mezquita de Al Aqsa ya no
como el tercer sitio más sagrado del islam, sino como un almacén de armas,
proyectiles y fuegos artificiales que dispararán contra los judíos que accedan
al Muro de los Lamentos durante Pésaj.
La
mezquita es, por definición de los propios musulmanes, el tercer sitio más
sagrado del islam. No hay mezquita, museo o activista palestino alrededor del
mundo que no refiera a ella como el motivo por el cual reclaman el dominio
sobre Jerusalén, desconociendo así la pertenencia histórica del pueblo judío a
su capital indivisible. No obstante, es en esa misma mezquita donde además
de guardar las municiones, jóvenes árabes palestinos juegan al fútbol y
utilizan los alrededores como baños públicos. Al menos en mi caso, nunca he
asistido a un templo en el cual sus fieles orinen o defequen en sus alrededores
o donde el altar de las iglesias cristianas sea también un espacio donde
acumular piedras y palos. La concepción árabe palestina de lo sagrado es un
poco especial.
Entre los días 8 y 9 de abril los
corresponsales de grandes medios en Oriente Medio comenzaron a titular sobre
incidentes en la mezquita de Al Aqsa haciendo eco de la clásica propaganda
palestina: Israel ha ingresado al tercer sitio más sagrado y ha expulsado a los
palestinos que allí oraban, reforzando el sistema de apartheid y ocupación que
Israel mantiene desde 1967. Esta calumnia fue replicada en redes sociales por
la cuenta oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores y Expatriados de
Palestina y alcanzada a otras sedes diplomáticas como la de España o Argentina.
Quienes replican la maquinaria
propagandística ya no de los palestinos, sino de Hamas, no indican ningún
contexto que explique porque las fuerzas de seguridad israelíes debieron
ingresar a Al Aqsa luego de que los primeros días diez de Ramadán se hayan
comportado con total normalidad. Durante el atardecer del 5 de abril comenzó Pésaj,
la pascua de los judíos, y con ello se avivó el fuego de la intolerancia árabe
palestina: luego de 75 años, no han aprendido que el sionismo no es un sistema
de opresión, sino un derecho histórico y legítimo de los judíos a su
autodeterminación en la tierra de Israel y que los países árabes que inciden verdaderamente
en la política regional (como los países del Golfo) hace tiempo ya que no ven a
Israel como un enemigo, sino como un aliado ante el avance del extremismo
islámico y el poderío iraní.
Es tan incoherente como inhumano
pretender que las fuerzas israelíes no actúen sabiendo que Hamas, la
organización que promueve día a día el exterminio del pueblo judío, ha ingresado
a Al Aqsa para atrincherarse y convertir la mezquita en una de las bases
operativas del terrorismo como las que tienen en la Franja de Gaza camufladas
en las estructuras civiles.
La opinión pública en Occidente está
contaminada de una maquinaria de propaganda que utiliza como fuente de
información canales de Hamas que no sólo replica el histórico victimismo árabe
palestino, sino que también es amplificado por las sedes diplomáticas de
Palestina en el exterior a través de sus cuentas en redes sociales. La realidad
tergiversada pretende mostrar a Israel como responsable de la ruptura del
estatus quo en Jerusalén, pero la realidad es que son los mismos líderes
palestinos quienes se esfuerzan día a día en no contener la espiral de
violencia y exterminio que ellos mismos han incubado.
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