El atentado a la embajada de Israel: 31 años después

 

                                                   Antes y después. Diario La Nación. 

El 17 de marzo de 1992, años antes del 11-S en Estados Unidos, la embajada de Israel en Buenos Aires, Argentina, se convertía en la primera sede diplomática israelí atacada mediante un vehículo suicida produciendo el fallecimiento de 29 personas y las heridas en más de 200.

Hoy, a 31 años del hecho, puedo compartir algunas reflexiones con Eyal Sela, el actual embajador de Israel en Argentina, a quien personalmente agradezco su dedicación para esta nota.

            El 17 de marzo de 1992 la Jihad Islámica, brazo armado de la organización terrorista libanesa Hezbollah, estrelló un rodado FORD-F100 contra uno de los accesos del edificio de la Embajada de Israel situado entonces en las calles Arroyo y Suipacha de la Ciudad de Buenos Aires. No sólo fue el primer ataque terrorista en Argentina, sino también la antesala del segundo atentado más mortífero de la historia del país en 1994 contra la sede de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) también ejecutado Hezbollah según acusaciones formales de la justicia argentina.  

P: ¿Cómo impactó en la representación diplomática recibir un atentado de estas características? ¿cuál era el contexto del Medio Oriente durante esos años?

ES: “El terrorismo ataca sin distinguir a sus víctimas, es por esto importante señalar que estos dos atentados fueron perpetuados contra Argentina. El ataque contra la embajada de Israel en 1992 fue preparado por Irán y ejecutado por Hezbollah, siendo este también el primer ataque con un coche bomba contra una sede diplomática israelí lo que marcó un antecedente terrible ya no sólo en el país, sino también hacia el resto de las sedes diplomáticas alrededor del mundo”.

“Este hecho tuvo también otra singularidad que sorprendió tanto a argentinos como israelíes. De hecho, la Corte Suprema de Argentina fue quien se hizo responsable de la investigación en la causa judicial por haber sido un atentado contra una misión internacional en este caso, de Israel”.

“Todo fue un antes y un después. En Medio Oriente en ese momento el clima era de acción y a la vez de esperanza. Luego de la Conferencia de Madrid y hasta llegar a Oslo, palestinos e israelíes iniciaban procesos internos y externos que les permitieran sentarse en la misma mesa de negociación con la mayor legitimidad de representación posible. A inicios de los años noventa, cuando yo era un joven diplomático recién salido de mi curso de cadetes, todo estaba por comenzar y lamentablemente el atentado fue un preludio que nos mostró que, para algunos miembros del concierto internacional, los odios están por encima de las ansias de paz”.

Cuando son las instituciones quienes sufren estos ataques también podemos hablar de víctimas institucionales. En este sentido, ¿cómo ha sido retomar el trabajo diplomático después del atentado? ¿repercutió en algún momento en la relación entre Israel y Argentina? 

ES: “Fue un ataque que además introdujo al país en general y a la comunidad judía en particular en un nuevo escenario desconocido hasta ese momento. Luego llegó el atentado contra la AMIA lo que confirmó el cambio de paradigma del desarrollo de la vida judía en Argentina y el mundo: el estilo de vida de las personas se vio alterado. Hoy nadie se alarma por tener que proteger a sus hijos con postes de acero, muros, cámaras, personal de seguridad y hasta detectores de metales en las escuelas, pero lamentablemente estos nuevos hábitos se volvieron parte de la realidad cotidiana de la comunidad judía de Argentina y de muchas partes del mundo”.  

“Estos terribles ataques vinieron a demostrar que el terrorismo internacional es un problema global y que sólo se lo puede enfrentar trabajando de manera conjunta y articulada”.

“Al otro día de cometido el atentado, los sobrevivientes nos contaron cómo inmediatamente comenzaron a trabajar en un recinto próximo a donde se encontraba la sede diplomática derribada. Primero reconociendo los cuerpos de sus propios compañeros y atendiendo las múltiples necesidades que se generaron ante semejante tragedia. Al instante la embajada estaba destruida y a la vez en pie. Ese espíritu de resiliencia nos acompaña en estos 31 años como una forma constante de inspiración”.

“La relación con el Estado argentino es de amistad desde hace ya más de siete décadas. Nuestros vínculos son de sinergia en diversos campos como la tecnología, la ciencia, la educación y la gestión del agua. Tenemos importantes intercambios comerciales y culturales, así como de cooperación en la lucha contra el terrorismo. En este último escenario quiero resaltar que Argentina en el año 2019 designó a Hezbollah como organización terrorista”.  

Los testimonios de Lea Kovensky, Jorge Cohen, Martín Golberg, Víctor Nisembaun o Maximiliano Lancieri son sólo cinco de los relatos de las víctimas sobrevivientes del atentado. El paso del tiempo también alista a las víctimas para afrontar la lucha de todos los días contra esas heridas que parecen nunca cerrar. En este sentido, ¿cómo ha acompañado la embajada a las víctimas sobrevivientes durante estos años?

ES: “Acompañar a las víctimas sobrevivientes y a los familiares de las víctimas ha sido una de las premisas que guían nuestro trabajo desde el primer momento. Mantener viva la memoria, estar presentes y honrar la vida son las pautas que orientan los esfuerzos que hacemos día a día. Aunque no me gusta la autorreferencia, no quiero olvidar que mi primer pedido al iniciar mi gestión en Argentina fue ir a la plaza donde antes estaba la embajada. Sentir ese clima particular que se percibe al ver la única pared que “sobrevivió” al atentado marcada por las huellas que transmiten tanto dolor”.

“Cada vez que hablo con los familiares de las víctimas y los sobrevivientes vienen a mis escenas colmadas de un dolor que puedo comprender. Concurrí al funeral de David Ben Rafael, uno de los diplomáticos asesinados en el atentado. Ese día quedó grabado en mi memoria. Vi el dolor de sus seres queridos, pero también volví a ver ese dolor en la cara de otros familiares hace tan solo unos días cuando honramos la memoria de las víctimas en un nuevo 17 de marzo. Por eso considero que mantener la memoria es un imperativo categórico”.

“En este sentido nuestra embajada este año trabajó sobre un material educativo, en miras de poder abordar esta temática sensible en las escuelas argentinas, educando a las nuevas generaciones en el recuerdo de lo que aquí sucedió”.

¿Cuál es el balance o las conclusiones que la embajada ha realizado a 31 años del hecho?

ES: “La comunidad internacional debe continuar luchando contra el terrorismo. Los países y sociedades que creemos en el valor de la libertad, que defendemos la vida y protegemos los derechos humanos debemos aunar esfuerzos para frenar el terrorismo, para que en ningún lugar del mundo volvamos a tener otro atentado. El atentado a la AMIA fortalece esta premisa porque muchos analistas entienden que el atentado a la embajada fue un anuncio de lo que Irán desarrollaría dos años más tarde en la misma Buenos Aires”.  

“Nuestra enseñanza 31 años después es que debemos mantener viva la memoria y seguir forjando sociedades en los que los discursos de los fundamentalismos no encuentren tierra fértil para desarrollar acciones que promueven el odio y la violencia. Aquí en Buenos Aires, en Israel y en cada confín de la tierra también”.

 

 

 

 

 

           

           

             

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