¿Choque de facciones palestinas en Ramadán?
¿Choque de facciones palestinas en Ramadán?
Al Fatah busca debilitar a Hamas comprimiendo la situación en la Franja de Gaza y Hamas puede ya estar operando junto a Hezbollah en una operatividad conjunta.
El terrorismo y la violencia como forma de ganar poder
hacia adentro del liderazgo palestino es un fenómeno tan preocupante como
ignorado por los analistas occidentales que, absurdamente, siguen pretendiendo
una solución irreal.
Son muchos más los árabes palestinos cansados de la
guerra perpetua a la cual obligan los líderes de las facciones armadas que,
mientras mandan a los niños a morir en un ataque contra civiles o fuerzas de
seguridad israelíes, viven una cómoda vida en Qatar.
Desde la firma del Proceso de Oslo (incluida la división
territorial de septiembre de 1995) ni la Autoridad Palestina en Judea y Samaria
ni Hamas o la Yihad Islámica Palestina han colaborado en sofocar el germen violento
pregonado durante décadas. Lejos de apagarlo, muchos se esfuerzan por
sostener una retórica fuertemente antisemita y pregonera de la desaparición del
estado de Israel atacando así a un país miembros de la ONU y ejemplo de la
convivencia democrática, plural y diversa en una región que no suele fomentar
estos valores.
Aunque es un error de la visión occidental pretender
que los palestinos tengan un estado nacional concebido bajo los términos de
Westfalia, la falta de un sistema político que garantice una elección plural y
un liderazgo alejado de la cleptocracia que hoy abunda en los palestinos es lo
que perpetúa, en buena medida, una guerra desde hace tiempo angustiante.
Dentro
del liderazgo político de los palestinos hay una pluralidad excluyente de
visiones del mundo y su relación con Israel: hay líderes que se han quedado en
la guerra de exterminio de 1948, otros que continúan viviendo en la Declaración
de Jartum en 1968, otros que se han interesado en la firma de los Acuerdos de
Oslo en 1993 y otros que ni siquiera piensan, sino que se aferran a un
activismo irracional que es alimento para el antisemitismo moderno refugiado
plenamente en la causa árabe-palestina.
La
realidad también es que las facciones palestinas utilizan el ataque a Israel y
el Pueblo Judío para calibrar y ganar poder dentro de una puja que se presume
verdaderamente violenta luego de que Abbás deje el poder en la Autoridad
Palestina y el caparazón cleptócrata se despedace.
Hablar del liderazgo palestino no es hablar de una
entidad unificada, sino de un choque permanente de facciones que disputan hora
tras hora su pertenencia política y territorial: Judea y Samaria, en los
territorios conocidos también como Cisjordania, la Autoridad Palestina se
compone de dirigentes que pretenden la colaboración con Israel en materia de
seguridad, fundamentalmente en el Área B, para evitar un crecimiento de Hamas o
la Yihad Palestina que son eslabones de Irán.
Hacia
adentro de Jenín, territorio que no está ocupado, sino bajo las órdenes de los
palestinos, se conformaron distintos batallones y brigadas insurgentes
que ya están fuera de control de la propia Autoridad Palestina y que en los
últimos meses sostienen ataques contra civiles israelíes o fuerzas de
seguridad.
También
está Nablus donde se comienza a asentar la base de Lion’s Den,
un escuadrón compuesto por jóvenes palestinos descontentos con la Autoridad
Palestina y peligrosamente seducidos por Hamas.
Israel en Judea y Samaria está haciendo lo que los
palestinos no hacen, aunque se comprometieron a hacer en los Acuerdos de Oslo:
garantizar la seguridad.
Quien desde hace muchos años lleva las riendas de la
Autoridad Palestina es Mahmoud Abbas, el longevo líder de 87 años que lleva
casi dos décadas en el poder y que continúa bloqueando cualquier tipo de
llamado a elecciones en Judea y Samaria para evitar volver a vivir lo que
ocurrió en la Franja de Gaza cuando en 2007, después de asestar un triunfo en
las elecciones legislativas, Hamas expulsó y ejecutó a funcionarios de la
Autoridad Palestina y Al Fatah.
Abbas,
paradójicamente, es lo que está taponando una expansión de Hamas en territorios
densamente poblados y donde ya la Autoridad Palestina no puede, no quiere o no
sabe controlar. El terrorismo se ha vuelto un canto de sirena para la
frustración, la necesidad y la deshumanización de los menores de edad.
Como todo rasgo de una cleptocracia, dentro de la
Autoridad Palestina no ha habido una intención de asegurar una transición
ordenada o un proyecto alternativo que aleje a los palestinos de las visiones
radicales que pretenden dirigirlos: Hamas, aunque es una facción sunnita,
está fuertemente vinculado con la República Islámica de Irán y los Hermanos
Musulmanes de Egipto. Como si esto fuera poco, también hay que considerar
la posibilidad de que la facción de Gaza esté consolidando (después de una
serie de viajes a Beirut) una operación conjunta con Hezbollah al sur del
Líbano y que cuenta con una capacidad de daño mayor. El explosivo colocado por
un posible terrorista libanés en Meggido, a principios de mes, puso sobre la
mesa la posibilidad de una infiltración desde el país del cedro o bien un
llamado lobo solitario al servicio de Arouri, el representante de Hamas en
territorios controlados por la Autoridad Palestina.
El mes de Ramadán, un mes que comienza tranquilo hasta
que la convergencia con Pésaj saca a relucir las armas que los grupos armados
coleccionan en Al Aqsa y utilizan para agredir a los judíos, suele ser el
escenario para alterar las relaciones con Israel.
Los
cohetes desde la franja de Gaza, los ataques terroristas en Judea y Samaria y
la posible injerencia de los misiles de Hezbollah presagian semanas difíciles
en las que Israel no debe ser arrastrado a una disputa incendiaria entre
facciones árabes.
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