Es Irán una amenaza nuclear: efectos en la seguridad de Oriente Medio
Es
cierto que el programa nuclear de la República Islámica de Irán precede al
Régimen de los Ayatolás inaugurado en 1979 tras el retorno del quien más tarde
fuera Líder Supremo. Aunque parezca poco probable, especialmente dados los
atentados a la Embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994, Argentina ha
estado conectada al gobierno iraní por medio de la tecnología nuclear hasta, al
menos, la década de los noventa cuando se interrumpieron los contratos.
Sin embargo, detrás del esgrimido derecho a la
defensa por parte de las autoridades de Irán, el programa nuclear de Irán ha
sido objetado en reiteradas oportunidades por amenazar la estabilidad nuclear
en una región altamente inflamable y proclive al conflicto directo enfrentando
religiones, ideologías y motivaciones particulares. Para un breve repaso por la
cuestión nuclear iraní en el presente y su impacto directo al futuro, es
preciso hacer algunas breves consideraciones y precisiones.
En primer lugar, el armamento
nuclear y el acceso de los países a ellos es una cuestión de seguridad nacional
pero también regional. Una superpotencia se convierte en tal cuando admite y
logra demostrar que tiene posibilidad de usar las armas nucleares para terminar
con sus amenazas más próximas: los cinco miembros permanentes del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas, donde están Rusia y Estados Unidos, tienen
capacidad nuclear. Por lo tanto, quien logre desarrollar y acceder a ese
armamento, logra poseer la disuasión como principal defensa y revitaliza parte
de la retórica de Guerra Fría muy presente en la actual invasión a Ucrania: por
eso es que Estados Unidos retrasa cualquier enfrentamiento directo con la
Federación Rusa.
En segundo lugar, Irán desde el 2003
viene siendo objetado, entre otras cosas, por en el enriquecimiento de uranio
que es uno de los pasos fundamentales para desarrollar armamento con capacidad
nuclear. Para la producción de este tipo
de fabricación es preciso contar con el Uranio 2u35 o, en su defecto, el
enriquecido a partir del 2u38 habiendo pasado antes por el Hexafluoruro de
Uranio, UF6, que es el gas más pesado. Son también los organismos
internacionales competentes quienes estiman que el proceso de enriquecimiento
de uranio entre el 3% y el 5% sirve para alimentar la generación de centrales
nucleares para energía eléctrica; hasta el 20% sirve para la producción médica
y más del 90% es lo estimado para la fabricación de una bomba atómica. Hoy,
según declaraciones informativas y de prensa iraníes, el país estaría
enriqueciendo uranio a más del 60%.
En tercer lugar, el nuevo estatus
nuclear de Irán lo convierte en uno de los polos con más fuerza en la constante
tensión de Oriente Medio y sus escenarios más próximos. Primero, porque la
retórica de los clérigos y autoridades políticas y militares iraníes profesa un
fuerte antisemitismo y la constante exaltación de la destrucción no solo del
Estado de Israel sino del Pueblo Judío: Israel, quien tampoco ha asumido sus
capacidades nucleares, se encontraría frente a un rival directo que lo llevaría
a una aceleración de la carrera armamentista y la posibilidad de una nueva
comprobación experimental en las zonas próximas como ocurre entre Pakistán y la
India. El Estado Judío se vería nuevamente amenazado dado el apoyo que Irán
presenta a Hezbollah en Líbano y a Hamas en Gaza. Segundo, Oriente Medio
pasaría a ser un nuevo tablero nuclear que reconfigurará los parámetros de
conflicto y el esquema de alianzas: con casi la totalidad del conflicto
árabe-israelí resuelto, a excepción de las conocidas reclamaciones
territoriales a Israel, principalmente las Casas Reales de los Estados Árabes,
empiezan a coincidir en una normalización de las relaciones con Tel Aviv a
costa de garantizar estabilidad interna y externa frente a la amenaza iraní
que, como se sabe, es el antiguo Imperio Persa. La Cumbre del Néguev, en marzo
de 2022, unió por primera vez a Israel, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos,
Bahréin, Egipto y Marruecos.
Por último, la relación entre Irán y
Occidente, plasmada también en las negociaciones de Viena por la reanudación
del Joint Comprehensive Plan Of Action firmado en 2015 para evitar el
desarrollo nuclear de Irán a cambio de relajar las sanciones, se encuentra
sujeta a un vaivén permanente dada la desconfianza que Estados Unidos tiene
sobre el soporte que brinda Teherán a grupos islamistas radicales de Oriente
Medio como los casos ya mencionados del Líbano y Gaza o los Hutíes en Yemen. La
persistencia de un Irán con capacidades nucleares frente al Régimen de los
Ayatolás, caracterizado por la violación a los Derechos Humanos y la presión
interna, amenaza la estabilidad próxima en una región donde los poderes
públicos de los Estados se han diluido casi por completo y en donde el
conflicto constante entre facciones políticas y religiosas se modifica año tras
año.
Una de las consecuencias directas
más esperadas frente al armamento nuclear es que los Estados se lancen a una
carrera que depare un efecto contagio: más armamento nuclear circulando para
preservar la seguridad nacional y apelar a la disuasión. Sin control oficial de
los Estados y con organismos internacionales con acción limitada, dado que Irán
les ha negado la entrada a inspeccionar plantas nucleares en más de una
ocasión, una radicalización nuclear de grupos extremistas de Oriente Medio se
torna verosímil. En este escenario, sin dudas, el Oriente Medio de los próximos
años se configurará bajo una alianza esencialmente árabe israelí para evitar la
amenaza expansiva de Irán.
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