La rivalidad Irán Arabia Saudí y la Guerra Fría de Oriente Medio

La rivalidad Irán Arabia Saudí y la Guerra Fría de Oriente Medio 



Las revueltas árabes iniciadas en el 2011 han dado inicio a un proceso de transformaciones inconclusas en Oriente Medio en el que las políticas exteriores tanto de Irán como de Arabia Saudita no se han mantenido ajenas y cuyos antagonismos se han pronunciado en lo respectivo a las agendas de seguridad del Golfo. Para la Casa Real de Arabia Saudí, la tensión permanente con Irán repercute en su consolidación como potencia regional y conforma una rivalidad con causas y naturalezas que trascienden el plano únicamente religioso constituido por la disputa entre chiitas y sunnitas.

            La naturaleza del conflicto yace, particularmente, en las diferencias de sus agendas políticas que tanto el régimen de los Ayatolás como el de la Casa Saud han construido en pos de aumentar su poderío regional.  Para este apartado, reafirmando la metodología desarrollada en el apartado pertinente, se asume un enfoque analítico basado en el Realismo Político de las Relaciones Internacionales para considerar la garantía de los intereses nacionales y la acumulación de poder como factores centrales en sus políticas exteriores[1].

            De esta forma, es posible identificar cuatro momentos en la relación entre ambos a lo largo de los siglos XX y XXI[2]: una primera etapa de cordialidad iniciada posteriormente a la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría hasta 1979 año de la Revolución Islámica. Esta primera etapa coincide, también, con el mayor interés provisto por Estados Unidos hacia la región del Golfo en materia de recursos energéticos. El segundo de los momentos es a lo largo de la década de 1980 caracterizada por una desconfianza mutua y por la guerra contra Irak. El tercer momento a finales de la década de 1990 y principios de los 2000 es una vuelta a la distención y revitalización de los vínculos diplomáticos que finaliza en el cuarto momento que se inicia en el 2003 con la guerra de Irak y el programa nuclear iraní objetado por los países vecinos y las principales potencias occidentales.

            Las relaciones actuales, enmarcadas en el cuarto momento, permiten desarrollar dos modelos opuestos tanto en el plano interno como en el externo erigiendo a la República Islámica de Irán como una potencia regional de tipo revisionista, anti imperialista y disruptiva frente a una Arabia Saudí promotora a la mantención del status quo y pro occidental[3]. Estas agendas políticas disímiles conforman los principales vectores que hacen a la naturaleza de la rivalidad afectando, a su vez, a actores secundarios que se verán involucrados en una tensión que emula a la dinámica de la Guerra Fría entre la entonces Unión Soviética y los Estados Unidos.  


            El primer y principal escenario de disputa es el del Golfo llamado Pérsico por los iraníes y Arábigo por los principales estados árabes. En el Estrecho de Ormuz, donde se separa la meseta iraní de la Península Arábiga, se dirimen las principales tensiones referidas al control geoestratégico de la producción de petróleo que es un elemento vital para las políticas exteriores de ambos: tras la guerra de Irak en 2003, el espacio ocupado por Arabia Saudí como el otro poder hegemónico regional revitalizó las tensiones y produjo una competitividad por el dominio de uno de los estrechos más importantes de la región. 

Estrecho de Ormuz
            La promoción de un entorno regional seguro es parte estructural en el desarrollo de sus políticas exteriores y la relación con sus vecinos. Arabia Saudí, desde el 2003 y especialmente desde el 2011, se percibe rodeada de estados enemigos que incrementan la percepción de amenaza y ponen en peligro la contención interna y externa de la Casa Real. Esto ha explicado la asistencia y relación que Arabia Saudí guarda con las potencias occidentales pero con Estados Unidos en particular. Para el caso de Irán, su propia seguridad debe ser perseguida y alcanzada por sí mismo sin la necesidad de la intervención de actores ajenos a la región[4].

            El segundo de los escenarios de confrontación está en los actores secundarios donde ambos países amplían sus capacidades en pos de conseguir mayores zonas de influencia. La visión saudí de configurar un escenario de mayor equilibrio y seguridad a partir de los Estados Nacionales se contrapone con la intención de Irán de apoyar y fomentar a los actores no estatales[5]. La guerra en Yemen, el actual escenario proxy de confrontación, disputa las visiones de seguridad contrapuestas entre Arabia Saudí e Irán. Para el caso de Irán, especialmente desde la guerra contra Irak, el acercamiento con los grupos no estatales sostiene dos objetivos principales: al corto plazo intentar una defensa pragmática frente a amenazas externas y al largo plazo fomentar un mayor escenario de dominación regional[6].

            El tercer escenario o dimensión de la rivalidad es el religioso confesional que recubre y amplifica la búsqueda de mayores espacios de influencia en la región. Ambos utilizan al Islam como forma de amplificar sus diplomacias e intereses y se vinculan con dichas comunidades aprovechando el peso significante de la región en Oriente Medio y la inestabilidad política en escenarios secundarios como Siria, Líbano, Bahréin o Yemen.

            En 1925, las ciudades sagradas[7] de la Meca y Medina quedaron bajo dominio de la Casa Real Saud y comienza con ello la legitimación de la Familia Saudí como protectores de los principales lugares sagrados del Islam. Posteriormente, el afianzamiento de su rol protector es posible gracias a la estrecha relación que la Corona dispone con el Wahabismo[8] y que constituye una dinámica bilateral basada en intereses mutuos condicionando los poderes temporales y espirituales.

            El Wahabismo, que considera como herejes a los musulmanes chiitas, es utilizado como argumento y como instrumento retórico por parte de la Casa Real en su disputa contra el Régimen de los Ayatolás quienes señalan como traición el acercamiento pro occidental que el gobierno saudí mantiene. Aunque no se provean datos oficiales al respecto, es posible considerar la estimación que señala la existencia de un 15% de confesión chiita en la población saudí y alojada en la parte este del país entre Qatif y Al-Ahsa ambas ciudades próximas a los yacimientos petroleros[9].

            Tanto Arabia Saudí como Irán forman parte de una rivalidad estructural basada en intereses geoestratégicos contrapuestos y en donde cada cual se percibe como líderes naturales de la región. El primer escenario es, por lo tanto, la competitividad estratégica por el dominio del Golfo en materia de recursos energéticos dispuestos en el Estrecho de Ormuz y en materia de seguridad. El segundo es el de la utilización y promoción de actores secundarios, estatales y no estatales, que tanto uno como otro promueven para ampliar las áreas de influencia regionales. Por último, el tercer escenario en la rivalidad es en el cual se utilizan las comunidades confesionales para amplificar sus intereses. 



[1] Barbé, E., 2007. En: "Relaciones Internacionales". Madrid: Publicaciones Tecnos , p. 62.

[2] Martínez, D. H., 2020. "La disputa hegemónica con Irán" . En: "El reino de Arabia Saudí y la hegemonía de Oriente Medio" . Madrid: Publicaciones Catarata , p. 116.

[3] González del Miño, P. & Pastor, J. C., 2020. "La competitividad Irán-Arabia Saudí" . En: "La política exterior de Irán: poder y seguridad en Oriente Medio" . Madrid: Publicaciones Catarata, p. 255.

[4] Mabon, S., 2013. "Saudi Arabia and Iran: Soft Power Rivalry in the Middle East". En: "Saudi Arabia and Iran: Soft Power Rivalry in the Middle East". Londres : Publicaciones IB Tauris, p. 62.

[5] Saud Manqarah, A., 2019. "Competing Models in the Middle East:Saudi Arabia and Iran", Riyadh: Publicaciones de King Faisal Center for Researchs and Islamic Studies.

[6] [6] Saud Manqarah, A., 2019. "Competing Models in the Middle East:Saudi Arabia and Iran", Riyadh: Publicaciones de King Faisal Center for Researchs and Islamic Studies.

[7] En el año 610 el ángel Jibril revela los mandatos divinos al profeta en la ciudad de la Meca. Tras su migración, Medina se convierte en la primera ciudad islámica y futura base del viaje que se conocerá, tiempo después, como Hajj y que constituye la peregrinación sagrada de los musulmanes a la Meca.

[8] Mesa Castaño, S., 2020. "Proyección territorial y lugares sagrados: el rol legitimador de la religión en Arabia Saudita". Estudios Internacionales, 52(196), p. 99.

[9] Soage, A. B., 2017. “¿Qué se esconde tras la guerra fría entre Arabia Saudí e Irán?” en Documento de Opinión. [En línea]  Available at: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2017/DIEEEO71-2017_Guerra_Fria_ArabiaSaudi-Iran_AnaBelenSoage.pdf [Último acceso: 10 Marzo 2022].

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